Le Parkour, el deporte del Ejército Urbano
Concentración y decisión. Para saltar desde 19 metros de altura
David
Belle, francés oriundo de Fécamp, vio por completo su
sueño cuando unos quince años atrás inventó el deporte más exigente e innovador
que se pueda desarrollar utilizando nuestro cuerpo y los obstáculos que
presenta una ciudad contemporánea, lo llamó Le Parkour (El recorrido en francés). Hijo de un soldado galo que
sobrevivió en Vietnam, gracias a estas técnicas de movimiento, él siguió sus
pasos y estuvo un tiempo enrolado en la infantería de marina de Vannes pero al
poco tiempo se dio cuenta que eso no era lo suyo.
Esta actividad deja asombrado a más de uno
cuando la ve en acción, como puede apreciarse en el film Yamakasi, donde un grupo de jóvenes a los que Belle asesoró, se
pasean por los edificios de la ciudad realizado distintos trazados, convirtiéndose
en Traceurs (trazado en francés).
Establecer un paralelismo, entre la mega
exitosa Matriz no resulta muy difícil. Por su parte Belle ha filmado varios
comerciales, entre ellos uno para Coca-Cola, Reebok y hasta protagonizó una
película en la que hace una parodia de un París futurista y violento llamada District
B13; sin embargo su economía no ha pegado un salto grandioso y debe mantener a
toda su familia a través de la producción de videos y demostraciones en
distintas partes del mundo.
“El Parkour no tiene federación, ni club ni
campeonato. No tiene normas, ni dinero, sólo el deseo de hacerlo, pero eso sí
con honestidad y humildad”, David Bell - Mentor
Para sus adeptos esta actividad es una
filosofía de vida y entre sus conceptos se revindica vencer el miedo, tanto
físico como mental, y nunca dar un paso atrás dando a conocer como lema
principal: “Ser y Durar”. “El Parkour no tiene federación, ni club ni
campeonato. No tiene normas, ni dinero, sólo el deseo de hacerlo, pero eso sí
con honestidad y humildad”, comentó Bell en una reciente entrevista otorgada a
la cadena francesa de televisión TF1.
La versión local
Ver algunos videos en You Tube no es lo mismo
que presenciar una rutina, Buenos Aires ya cuenta con sus seguidores y uno de
los grupos suele juntarse los domingos por la tarde en la costanera sur, vecina
del moderno Puerto Madero. El diseño de algunos de los parques construidos allí
presentan todo tipo de obstáculos: paredes
de entre cuatro y cinco metros de altura para saltar o trepar, respiraderos,
columnas de alumbrado, escaleras y hasta la gente misma que se detiene a verlos
caminar cuando ellos van en su mundo concentrados concretando el trazado
pautado.
Primer encuentro del año
Provenientes de distintos puntos de la ciudad
eran pocos los que se conocían entre sí, pero era fácil darse cuenta que ellos eran
los futuros traceurs. Como en cualquier movimiento la emulación por el ídolo era
notable, algunos hasta parecían franceses.
“Es muy importante la actitud mental, más la
predisposición del cuerpo”, comentó al grupo uno de los más experimentados conocido
por el seudónimo de ¨Araña¨. De muy buena actitud para enseñar condujo a los
novatos y experimentados a un precalentamiento que incluían tareas de
elongación y trote que abarcaron unos treinta minutos. Luego comenzaron con los
primeros saltos a los que llaman ¨monkey¨ (mono). “Al pegar el salto caes
y es esencial amortiguar apoyando
primero la punta de los pies y luego las manos, en algunos casos podés hacer un
roll hacia delante ya que venís con bastante velocidad”, indicó el instructor
ante consultas varias.
“En realidad desde los diez años que salto y ando como
¨loco¨, siempre me gustó. Pero de manera constante y entrenada hace dos años y
medio que hago Parkour”, Josué D Estefano – Practicante
A medida que se iba realizando el trazado, los
desafíos aumentaban pero muy pocos eran los que vacilaban a enfrentarlos. Fue
allí cuando unos de los traceurs, además adepto por el breakdance, le pidió a
otro que se apoyara parado contra la pared para pasarlo intentar correr sobre
la pared y a la vez sortear su presencia. No solo concretó la prueba, sino que fue
realmente impresionante ver como por un momento se desplazó a lo largo de unos
tres metros caminando por la pared hecha de rocas al mejor estilo marplatense.
“En realidad desde los diez años que salto y
ando como ¨loco¨, siempre me gustó pero de manera constante y entrenada hace
dos años y medio que hago Parkour”, comentó Josué D Estefano, 19, luego de haberse
lanzado desde una pared a cinco metros de altura y recibir varios aplausos de
los allí presentes. No pasaron unos minutos hasta que se escuchó el clásico,
¨estos chicos se van a matar¨, de una señora fuertemente aferrada a su termo en
una mano y en la otra su mustang versión mate.
Eran aproximadamente unos veinte traceurs que
se desplazaban a lo largo de la costanera y a los que alguna parte del público
¨dominguero¨ comenzó a seguir, la curiosidad surgía y la pregunta clave era
porqué hacían eso y en qué consistía. Ellos hablaban de volar y sentir libertad,
sensación que el ser humano está en permanente búsqueda. Ellos lo han
encontrado a través de esta actividad que suma adeptos constantemente como los
300 integrantes que tiene el foro argentino de le parkour en internet.
Sin duda la vida es un camino a recorrer, pero
quizás esta filosofía sea una variante para lidiar con los obstáculos en vez de
enfrentarlos tal cual marca una de sus principales premisas.
Nota realizada en 2008 y publicada en Revista BorderMag
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