Universidad Biker Argentina
Bebidas a base de lúpulo, música de Natas y
pedal… la resistencia biker se junta en Ciudad Universitaria para andar en su
propia pista
Ya en el principio, el legendario circuito de
Parque Sarmiento fue cerrado. Luego, otra –aunque mucho más pequeña- dejó de
funcionar en las inmediaciones del polideportivo KDT. Recientemente el Gobierno
de la Ciudad
cerró definitivamente la versión Metropark Indoor, un galpón ferroviario
abandonado frente a la autopista Illia, casa y cuna de bikers, skaters, in-line
skaters y todos sus primos hermanos (con barra de refrescos, metegol y
escenario para bandas incluído). Ahora, en Buenos Aires no quedó otro lugar para
andar más que la calle misma. ¿Bike is a crime?
En esta ciudad, si de aprender a
manejar se trata es inevitable terminar un domingo en los playones de la Ciudad Universitaria.
Eso fue más o menos lo que se le ocurrió a unos cincuenta bikers huérfanos,
entre ellos Sergio CH de Natas. Sergio, parte de la primera camada del
freestyle-bike y público de las exhibiciones de “Vans Rector” en Obras,
declara: “La bike me ayudó a entender como poder dedicarme a algo que amas
desde tu corazón, con responsabilidad, amigos y poniéndole mucho huevo en un
país donde la información es poca y donde nunca nadie sabe realmente decirte
cómo son las cosas. Siempre recuerdo aquel día que me partí la gamba, me quedé
en casa, compré una guitarra y empecé con Natas”. Entre todos encontraron una
construcción abandonada entre los matorrales de la U.B .A., predio ideal para
construir a pico y pala lo que ellos llaman “ghetto park”. Allí donde varias
líneas de colectivos empiezan y terminan el recorrido, en más de una
oportunidad los choferes se detienen a ver qué pasa en medio de esa selva. Y la
selva está llena de bikers con rampas de tierra y madera, una bicisenda salvaje
y silvestre construída a mano.
Durante unos seis meses, estos
bikers movieron tierra, terciados y rocas logrando construir en una primera
fase un circuito de saltos, “dirt” en la jerga ciclística. Ya en una segunda
etapa de búsqueda de maderas dieron vida a otra sección con barandas, llanos y
el recientemente inaugurado miniramp. “Para mantener el lugar, lo que hacemos
es pasar la gorra al final del día”, dicen. “Con eso compramos los elementos
que hagan falta. La realidad es que no hay otro lugar y cuando llueve o andan mucho
se destruye”.
Nota realizada en 2008 y publicada en Revista
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